Yo creía, lo creía de verdad, que estaba salvando si me jugaba a los bares mis últimas fichas, creía en las letras de los tangos y en la mística de las barras, y así me convertí en el loco que busca el licor que aturda la curda que al final ponga el punto y final, el último glope de gracia y talento a la función, corrriéndole el telón al corazón, casi sin esperar a oír el último aplauso.
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